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Asume el reto de su vida
El Sol de Hidalgo
2 de abril de 2011
Por José Luis Rico
Pachuca, Hidalgo.- Llegaron vestidos en forma semejante al cambio de estafeta.
Francisco Olvera y Miguel Osorio lucieron traje oscuro, camisa blanca y corbata roja.
Fue ágil la ceremonia protocolaria en que Olvera rindió protesta como gobernador número 66 del Estado de Hidalgo, para un periodo peculiar, de cinco años y cinco meses.
Antes, Ramón Ramírez, presidente de la Junta Legislativa del Congreso del Estado, nombró a la comisión de cortesía que recibieron, en el Teatro Gota de Plata, al gobernador entrante y al saliente. Ellos acudieron acompañados del titular del Poder Judicial, Valentín Echavarría.
En el intermedio, arribó, sin generar ruido, pero estrechando manos a su paso, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
Ya estaban acomodados en sus butacas los integrantes del nuevo gabinete, lo mismo que legisladores locales y federales y un cúmulo de gobernadores en funciones que atestiguaron la toma de posesión de su colega Paco Olvera.
En las filas de en medio permanecieron juntos los ex gobernadores Otoniel Miranda (en su segunda aparición pública), Adolfo Lugo Verduzco, Humberto Lugo y Manuel Ángel Núñez.
Más abajo, a unos pasos del escenario, se ubicó el ex mandatario Jesús Murillo.
Otros invitados aguardaban en las primeras filas, entre ellos muchos mandatarios estatales, incluso los de Querétaro, Tlaxcala, Veracruz, San Luis Potosí, Yucatán, Zacatecas, y Durango, lo mismo que el gobernador electo de Quinta Roo, Roberto Angulo y el candidato por Coahuila, Rubén Moreira.
Sobresalieron las figuras de Beatriz Paredes, ex presidenta del PRI, del dirigente del Senado, Mario Fabio Beltrones, el coordinador de los diputados federales, Carlos Rojas, del obispo Onésimo Zepeda, el dirigente de la Iglesia Ortodoxa, Antonio Chedrauli, las actrices Carmen Salinas y Victoria Ruffo, los líderes del Partido Verde, Jorge Emilio González, y de Nueva Alianza, Jorge Kahwagi.
Pese a tal aglomeración en el recinto oficial, la temperatura fue agradable para la concurrencia masculina que en su totalidad portaba traje y corbata.
Afuera no se trastocó la cotidianidad urbana ni la vialidad. Los congestionamientos sólo se produjeron en los alrededores de Zona Plateada.
No hubo un aparatoso sistema de seguridad, sólo la elemental, en medio de la asistencia de gobernadores de una decena de entidades y del representante presidencial, serio, sin sonreír, Javier Lozano.
Muchos aguardaron, haciendo valla, la llegada de Olvera y Osorio.
En el amplio loby del teatro, construido en el sexenio de Núñez Soto, teniendo como fondo impresionante el pisal de Byron Gálvez, amenizaba el ambiente la Banda Sinfónica del Estado, rodeada de edecanes vestidas de azul.
El silencio de la sala se tornó en aplausos cuando aparecieron los protagonistas del relevo sexenal.
Entre el público figuraba el popular Rafael Acosta "Juanito", quien pregonaba su nueva filiación priista y decía, en entrevista: "Soy famoso internacionalmente por mi lucha social".
Juanito, portando una cinta tricolor en la cabeza, asegurada con grapas, se coló hasta enfrente para saludar de mano a Osorio y Olvera, generando murmullos.
A las 11:35 de la mañana, Olvera tomaba el mando del estado.
Levantó la mano y protestó "guardar y hacer guardar La Constitución".
Luego agradeció la ovación, levantando ligeramente los brazos y mostrando las palmas.
Sin mayores preámbulos, Olvera pronunció su primer discurso, ya con la investidura de gobernador.
"Es el reto más importante de mi vida, ello entraña un privilegio. Pondré toda mi capacidad y determinación por el bien de los hidalguenses. Es mi compromiso gobernar con todos y para todos".
No omitió recordar su origen y agradecer el apoyo de su esposa, Guadalupe Romero. También hubo reconocimiento a su señora madre: "La mujer que me trajo al mundo me inculcó la disciplina y la perseverancia en la lucha cotidiana. Me demostraba a diario que el trabajo es el camino más seguro".
Ahí surgieron frases que bien podrían ser los lemas de su administración "Hidalgo, tierra de trabajo" y "manos a la obra".
No dejó de hacer patente la admiración para su antecesor, Miguel Osorio.
En ese punto, los aplausos fueron atronadores y extensos.
El aludido agradeció incorporándose, pero enseguida se acomodó en su asiento como invitando al auditorio a hacer lo propio, pero éste seguía de pie, golpeando las palmas.
Olvera surgió de la elección más competida y de la votación más numerosa.
Los primeros frutos del triunfo se cosechaban en la mañana calurosa de ayer.
En su salida del recinto, Olvera recibía saludos efusivos que intercambiada por sonrisas y abrazos.
Los tumultos eran ahora en torno al nuevo líder.
Igualmente se producían muestras de afecto para Miguel Osorio quien ya había dicho que se preparó "para ser, para no ser y para dejar de ser".
Los acordes de "El Hidalguense" y "El Huapango de Moncayo" se mezclaban entre el gentío, los siseos y los apretujones de quienes abandonaban el teatro.
Entre la aglomeración, Paco levantaba la mano en forma de saludo, en la cúspide de las imponentes escalinatas de El Gota de Plata.
Así, bajo un sol deslumbrante y un calor agobiante, se iniciaba un nuevo ciclo político en Hidalgo.
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